La salida de Pablo Iglesias, dirigente y fundador de Podemos, del Gobierno abandonando su cargo de “vicepresidente segundo” y ministro de Derechos Sociales ha conmocionado la escena pública. La salida no ha pretendido romper la coalición de gobierno. Por el contrario ha sido una decisión pactada con el presidente Pedro Sánchez que dio su aquiescencia. Esta decisión es otra vuelta de tuerca en el camino de la descomposición porque este gobierno de coalición es en sí mismo una expresión de la crisis de régimen que vive nuestro país.
El abandono de Iglesias es un intento desesperado por reconstituir sus filas en desbandada en la comunidad de Madrid, donde el partido nació arrogándose la representación del movimiento conocido como 15 M en 2011. Ocurre que la estrategia de Iglesias y Unidas Podemos para la Asamblea de Madrid, pujar por un pacto de gobierno con el PSOE para reproducir el esquema del gobierno central, fracasó de entrada. El candidato socialista Ángel Gabilondo anunció que no quiere aliados que tensen la cuerda y que “con este Iglesias” no quiere acuerdos.
Apostó por el contrario por un pacto con Más Madrid y Ciudadanos a quien quiere rescatar de las cenizas. Si Iglesias pensaba arrastrar votos con el señuelo de su presencia en el gobierno le cortaron las alas. Tampoco está claro que su figura sea suficiente para que su partido tenga una votación significativa y remonte la prolongada caída electoral que sufre comunidad tras comunidad. Pero lo que es más relevante en el medio plazo es que la operación Gabilondo desnuda las tensiones dentro del PSOE de cara a la alianza con UP y refuerza el ala que no quiere que esa alternativa prospere.
Una huida hacia adelante
Esta salida pactada está muy lejos de ser una ocurrencia genial, como señalan algunos militantes de su partido. Por el contrario reconoce el fracaso de la estrategia de “empujar hacia la izquierda al PSOE” que vendieron los dirigentes de Unidas Podemos como pretexto para entrar al Gobierno. En un año de “cohabitación” no se ha cumplido con ninguno de los compromisos electorales de Unidas Podemos con sus bases: derogación de la Ley Mordaza, derogación de las reformas laborales, derogación de las reformas de la Ley de Pensiones…por añadidura han firmado el Pacto de Toledo y han dejado el terreno libre a la ultraderecha mientras se persigue a cantantes de rap que se dedican a la denuncia política. Como ya hemos denunciado la canción de protesta de Iglesias y su equipo es un reclamo izquierdista para tapar las acciones de gobierno en beneficio de los capitalistas
Es de señalar que la decisión de Iglesias se hizo a espaldas de su partido, mediante un pacto con su camarilla más próxima y en acuerdo con el presidente socialista del Gobierno. En qué lugar deja Iglesias a la democracia interna de su organización, ¿qué sitio ocupan para él los militantes de su partido? La decisión del dirigente es una huida hacia adelante y una admisión de la inutilidad de la presencia de Unidas Podemos dentro del Gobierno. Pretende ahora con su supuesto arrastre político evitar que el partido que fundó quede por debajo del 5% del voto y desaparezca de la Asamblea de Madrid. La base de Podemos deberá reflexionar y sacar sus conclusiones de la presencia de su partido en la coalición de gobierno y en general de su orientación política y la “transversalidad”.
Estamos ante una retirada a la desesperada del líder de Podemos y no ante un intento de forzar un cambio de rumbo del ejecutivo. Esto ha sido ratificado por la designación de la ministra de Trabajo Yolanda Díaz como su sucesora. Iglesias la propuso porque ella es quien mejor sintoniza con la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) y los aparatos sindicales. Díaz se ha ocupado de pactar con ambos el saqueo de la seguridad social con la exención de las cuotas empresariales, y de las arcas públicas con el subsidio a los Expedientes de Regulación Transitoria de Empleo (ERTE) para evitar las quiebras empresariales a costas de los trabajadores.
Efecto dominó
Las elecciones a la comunidad de Madrid son el resultado del efecto dominó que tuvo la fallida moción de censura al Gobierno del Partido Popular en Murcia. El PSOE pactó con el partido Ciudadanos esa moción. Pero el acuerdo duró poco. El PP desbarató la operación comprando con cargos en el gobierno a tres parlamentarios de Ciudadanos. La propuesta de moción de censura duró un suspiro y fue un revolcón sin precedentes para el gobierno de Pedro Sánchez y sus estrategas. En una verdadera comedia de enredos la presidenta de la comunidad de Madrid en cuanto se enteró de la moción de censura en Murcia recibió la orden de Miguel Ángel Rodríguez, su asesor de referencia y hombre de confianza del ex presidente de gobierno José María Aznar, de disolver el gobierno de Madrid y convocar elecciones adelantadas para el 4 de mayo.
La decisión es una verdadera expresión de aventurerismo político que apuesta a que la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, la enterradora de la sanidad pública, gane por mayoría absoluta y en el camino se deshaga de sus compromisos con Ciudadanos, y se despegue en lo posible de necesitar el voto de Vox. Díaz Ayuso ha asumido al menos de palabra el espacio político de la ultraderecha y espera arrastrar el voto de ese sector junto con el votante de C’s. Sin embargo la operación le puede costar el gobierno de Madrid a manos del PSOE con el apoyo de Más Madrid y el propio C’s que Gabilondo quiere rescatar en su operación centrista.
Pero frente a esto ¿qué pretendió Iglesias? Quiso reeditar la política ante el gobierno central, ofrecer los votos que obtenga para la asamblea de Madrid para la investidura del candidato socialista Ángel Gabilondo a cambio de cargos en el gobierno de la región. Es decir pretendía preparar un nuevo fracaso. El argumento es frenar el ascenso de la derecha. Pero el método es la componenda política por arriba para afianzar una mayoría que va a reeditar la parálisis del gobierno central. La respuesta de Gabilondo lo ha dejado a la intemperie y si acaso para poder entrar al gobierno como ha dicho el candidato socialista deberá ser “otro Pablo Iglesias”, es decir ni siquiera le dejarán el hueco del pataleo.
El régimen del 78 un cadáver insepulto
Lo que esta secuela de hechos manifiesta es la descomposición de conjunto de la política burguesa que sólo logra gobernabilidad a expensas de pactos inestables siempre a punto de reventar. La realidad es que el régimen del 78 es un cadáver insepulto. El proyecto político que orbitaba en torno a la corona y que se fundaba en un régimen de partidos que se alternaban en el poder, hace agua por todos lados. La reputación de la monarquía esta en caída libre mientras los partidos no logran formas estables de gobierno.
Basta ver la situación del Partido Popular, envuelto en interminables procesos judiciales por corrupción. Intentando lavar su imagen vendiendo la sede partidaria de la calle Génova, emblema de su partido y la era de corrupción. Incapaz de gobernar por mayoría y necesitado de la muleta del centro y la extrema derecha. La reconstitución del régimen es una ilusión, con un antes y un después en la abdicación de Juan Carlos I, tras un prolongado “servicio a la patria” en medio de sus escándalos de corrupción.
El gobierno, con Yolanda Díaz y el ministro de Seguridad Social José Luis Escrivá como fiadores, ha allanado el camino a todas las pretensiones de los empresarios y los sindicatos mientras abandonaban en el camino las promesas electorales con el pretexto de hacer frente a la crisis desencadenada por la Covid-19. Y mientras los ministros de UP gritan a quien los quiera escuchar que son republicanos el gobierno del que participan se encarga de dar protección al rey emérito refugiado de la justicia y de la hacienda pública en un paraíso fiscal.
La CEOE y la Cepyme se han manifestado en contra de una crisis de gobierno que desemboque en elecciones anticipadas. El motivo es que supondría una paralización de las ayudas oficiales que ya están pactadas con la CE y un retraso en la lucha de posiciones de las grandes corporaciones por el reparto de los subsidios y créditos procedentes del programa NextGenerationEU de la Comisión Europea (CE) por importe de 750.000 millones de euros de los cuales a España le tocarían 140.000. La batalla por ese dinero ya está en marcha.
Pero muy por el contrario la estabilidad no depende de los “agentes sociales” sino del desarrollo de varios elementos. La crisis social, el surgimiento de un movimiento de resistencia a la pobreza creciente entre los trabajadores, el nivel de las luchas obreras y también de la política de la oposición de derechas que no está muerta. Por encima de todos estos elementos está el despliegue de la pandemia y la incapacidad por aplacarla mientras gobierno y autonomías oscilan entre la salud de la población y los intereses de los capitalistas. Estamos al borde la cuarta ola de la Covid-19.
El gobierno, consciente de ello, mantiene en pie toda la estructura represiva en prevención de un levantamiento social contra la crisis irreversible del capital. Conservar a UP en el ejecutivo forma parte del engaño propalado por Iglesias y lo suyos de que hay una batalla en el seno del gobierno por beneficiar a los explotados. Patraña para dejar en suspenso cualquier lucha mediante la acción directa de los trabajadores por sus derechos. Los ejemplos menudean. Todos los conflictos en contra del cierre de empresas y su desempleo han sido canalizadas por los sindicatos mayoritarios UGT y CCOO hacia la presión para una salida a expensas del estado o algún grupo inversor con experiencias que han acabado en fracasos resonantes.
Mientras los trabajadores muestran una disposición de combate, sus direcciones la desvían hacia la conciliación. Donde ni lo sindicatos ni el gobierno han podido desviar la lucha ha sido en el caso de la detención de rapero Pablo Hasél, que desató la ira de la juventud en toda España. Esto pone de relieve que existe disposición y un potencial de lucha no sólo entre los trabajadores de las empresas en crisis, sino entre la juventud castigada con un 40% de desocupación. (https://independenciaobrera.org/la-indignacion-juvenil-estalla-por-la-detencion-de-pablo-hasel/)
La batalla por Madrid
Isabel Díaz Ayuso ha manifestado un profundo desprecio por la salud de los madrileños ante el despliegue de la pandemia pretendiendo rescatar la actividad de los pequeños empresarios . Los grandes no la necesitan, tienen el amparo del gobierno central. La presidenta de la comunidad de Madrid prosigue en su plan de beneficiar a expensas de la pandemia a la medicina privada y acentúa el proceso de privatización de la atención médica en medio de la crisis sanitaria. El gobierno la ha dejado hacer mientras critica su política, pero se escurre de un enfrentamiento. En este contexto las críticas de UP no son más que la tapadera de izquierda a la permisividad del ejecutivo cuyo plan nacional de vacunación es un fracaso.
Ante la política burguesa que se degüella por ocupar posiciones de poder desde las cuales beneficiar a sus capitalistas preferidos, los trabajadores deben desplegar una política independiente a partir de un programa de transición. Por la ocupación inmediata de todas las empresas y fábricas que cierren y su puesta en marcha bajo control obrero. Por la apertura, control y denuncia de su contabilidad. Por la ocupación y puesta bajo control de los trabajadores del aparato sanitario público y privado, comunidad por comunidad, en todo el estado español. Por la nacionalización bajo control obrero de la industria farmacéutica y su puesta al servicio de las necesidades inmediatas de la lucha contra la pandemia. Por el control de los trabajadores sobre el plan nacional de vacunación.
La acumulación de las contradicciones en el seno del sistema capitalista apunta a un desarrollo explosivo internacional de su crisis que no podrá ser atajado por ninguna inyección de dinero, sino que a término el capital destinado a sostener a las corporaciones será el motor del colapso.
En este escenario el objetivo central de los trabajadores es el debate de una huelga nacional en contra de la desocupación, por el pleno empleo, por el salario mínimo de 1200 euros, por la vacunación inmediata de toda la población, por el control obrero del sistema sanitario y la nacionalización de la industria farmacéutica bajo control obrero.
Ante la ausencia de una alternativa de clase a las elecciones en la comunidad de Madrid la tarea es organizar la lucha para derribar el gobierno de Isabel Díaz Ayuso mediante los métodos de la clase obrera, la huelga general y la ocupación de los centros de trabajo. ¡¡¡Fuera el gobierno de Diaz Ayuso!!! .
Por una Asamblea Popular de la Comunidad de Madrid con representantes elegidos en los centros de trabajo en los centros sanitarios y en los barrios.
Sanidad, transporte, vivienda y educación deben estar en manos de las y los trabajadores organizados bajo la supervisión de una Asamblea Obrera y Popular.(https://independenciaobrera.org/por-la-salud-de-la-poblacion-fuera-isabel-diaz-ayuso/)